Nací en La Habana, Cuba. allí me hice ingeniero e investigador científico y formé una familia. La misma que me inspiró a buscar tierras más fértiles para desarrollarla y hacerla crecer.
Esa tierra fue Venezuela, que me acogió con tanto amor, que nunca me permitió sentir que no era uno de sus amados hijos. Por eso es que también soy venezolano de hecho y de corazón.
Allí conecté conmigo de una manera tan especial que dio un giro de 180º a mi vida. Me dediqué al mundo del crecimiento personal y el empoderamiento, impartiendo formaciones y programas de coaching personal.
He vivido en varios países de América y de Europa, como uno más. Gracias a estas experiencias, he podido sentir que, si bien hay diferencias culturales entre los grupos de personas, nuestra esencia humana es la misma. Por eso me siento ciudadano del mundo.
Dibujo y pinto por instinto, por lo que mi estética seguramente carece del tecnicismo y el fundamento conceptual que tienen muchos artistas profesionales.
Salen y entran sensaciones cuando empiezo a crear, y al final, invariablemente me siento mucho mejor que antes de comenzar. Para mí eso ha sido suficiente por muchos años.
La idea de compartir mis obras no es mía, sino de mi hija Nina. Me convenció de que a alguien más, aparte de mi esposa y ella, podría gustarle lo que hago. Le dí vueltas a la idea por más de 4 años.
Creo que entre la timidez de exponerme y la desconfianza de si podría gustar o no, siempre procrastiné la decisión.
Un día, mientras ponía orden en mis armarios, encontré algunos de mis dibujos. Revisándolos hice un viaje emocional que me hizo muy bien. No es que recordara el momento o la situación concreta en la que se creó la obra, sino que la contemplación de la obra evocaba esas emociones.
En ese momento fue que tomé la decisión de compartir mi obra con quien pudiera interesarle. A fin de cuentas, para cada tal, hay un cual.
Espero que tú y alguna de mis obras, sean tal para cual.
Gracias por tomarte el tiempo de leer hasta aquí.
Un abrazo de luz